Educando sin gritos Parte V

El último post de esta saga fue hace 2 años. No escribí más no porque no continuara en este proceso, sino porque han pasado tantas cosas intensas en mi vida que no había sacado el tiempo para escribir sobre esto.
La decisión de educar sin gritos la tomé hace más de 3 años. Desde entonces he estado en un proceso de cambios, sanidad interior y aprendizajes.
Algunos meses después de volver a Colombia, pasando por una re-adaptación, aceptación y sintiendo que mi vida estaba patas arriba, inicié un curso de crianza consciente y educación emocional. Esto con el deseo de reencontrarme con esa «Yo» que estaba medio perdida y que, antes de volver a Colombia, trabajó intensamente para mejorar los patrones de crianza poco saludables.
Este curso me ayudó a:
- Poner en práctica y profundizar varios temas que ya había trabajado y he hablado en otros posts, tales como: deseo del control, sanidad interior y emociones;
- Gestionar mejor las situaciones que se presentan en el día a día. No siguiendo un manual de instrucciones, sino conectando mejor con mis emociones y necesidades, tratando de entender el origen de estas; y
- Darle voz a mis hijas permitiéndoles expresar lo que tienen dentro, entender mejor sus emociones y así poder ayudarlas.
9 meses duró esta formación llena de enseñanzas, ejercicios prácticos, meditaciones y reflexiones. Hoy me siento con más herramientas y ánimo para continuar en este camino.
Ser padres es un desafío muy grande y deberíamos prepararnos más. No creo que se trate de encontrar el método perfecto de crianza. Hay muchos y a cada familia le funcionará uno diferente.

Creo que lo principal es SANARNOS. Independiente de lo difícil que fué o está siendo nuestra vida, es nuestra responsabilidad trabajar por cerrar ciclos, sanar heridas, aceptarnos y de esta forma no seguir transmitiendo cosas negativas de generación en generación. El desorden interno que a veces nos acompaña es el que no nos permiten oírnos claramente
Entre más sanos emocionalmente estemos, más vamos a conectar con nuestro interior y con esa voz llena de sabiduría. A su vez va ser más fácil crear esa conexión e intimidad con nuestros hijos, que se traduce en relaciones saludables.
Este es un camino con momentos de calma y estabilidad, pero también lleno de subidas y bajadas. No nos juzguemos por esos malos días donde los gritos salen a protagonizar. Mejor seamos conscientes que no es con violencia ni agresividad que se logran las mejores cosas. Entendamos que esas actitudes nocivas dejarán una herida en las personas que más amamos.
Las invito a que lo intenten por dos motivos: 1.Ustedes serán las primeras beneficiada con este proceso; y 2. Sus hijos merecen que les den lo mejor que hay en cada una de ustedes! Te animas?
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