Vacaciones…. sin hijos

A propósito de las vacaciones, para nadie es un secreto que las vacaciones en familia pueden resultar muy agotadoras, especialmente para nosotros los padres. Tampoco es un secreto que la llegada de los hijos transforma todo! En especial la relación de pareja.
Para minimizar un poco esos cambios, con mi esposo acordamos, desde que nació nuestra primera hija, salir a un viaje solo una vez al año. La primera vez fue cuando mi hija tenia 1 año. Duramos 3 días fuera. Recuerdo lo duro que fue separarme de ella. Creo que nunca había sentido tanta ansiedad. Anhelaba tanto un descansito pero no podía parar de pensar en cómo estaría. Si comía bien? Si dormía? Si esto? Si aquello? … para ser honesta no disfrute mucho esa salida. Jamás imaginé que separarme de mis hijas iba a ser tan difícil. Aún queriendo mucho salir y descansar de mi rutina de mamá. Qué contradicción!
Desde entonces cada salida ha sido diferente. Ha sido un proceso lento de desprendimiento, de soltar y confiar. Con el pasar de los años y en la medida que mis hijas fueron creciendo cada vez es mas fácil desconectarme de la casa, sin culpa y sin tanta necesidad de «controlar» todo a la distancia. Ellas siempre quedan en las mejores manos, pero era más un proceso mío de entender que esto no solo era saludable para la pareja, sino que era muy enriquecedor para ellas.
Adicional a esto desde hace unos años también saco un tiempo para irme sola y es un excelente espacio para mí y de paso para fortalecer la relación de mis hijas con su papá.
En este camino de la ma/paternidad, NADIE tiene idea de cómo va ser hasta que tiene su hijo en brazos. Por más planeación que se haga la vida generalmente nos sorprende porque muchas de las cosas que juramos no hacer, son las primeras que hacemos. En mi caso siempre tuve dificultad en delegar las tareas y como mamá me estrelle con esa misma dificultad. Entonces a parte de tener que lidiar con un montón de cosas con las que no contábamos, tenemos que educar, tenemos que administrar una casa, trabajar, ser esposas, hijas, etc.
En todo ese proceso de creernos las «superwoman» se nos olvida que somos mujeres, con necesidades, deseos y sueños. Cuando nos damos cuenta, nuestra relación es mas una obligación de esa larga lista de tareas y nuestra pareja parece más un roommate con el que se comparte un casa y unos hijos.

Son poco las parejas a las que no les pasa esto. Algunas se quedan así por los siglos de los siglos y otras hacemos lo necesario por tratar de mitigar esto. No es una tarea fácil, porque solo el hecho de poner esos temas sobre la mesa ya genera malestar en alguna de las partes. Muchas veces los dos están incomodos con la situación, en otros es solo uno.
Él no estar bien con la pareja, es algo que afecta nuestro papel como pa/madres. A veces hay tanta frustración y heridas de parte y parte que inconscientemente utilizamos los hijos y las ocupaciones para evitarnos y así continuar como si nada. Así duela, no es mejor, sentarse, hablar y sacar eso que hace daño?.
Sacar un tiempo solos ayuda a reencontrarse, acercarse, tener diálogos y darse cuenta que fue lo que los unió. En mi caso esos espacios, que no necesariamente tiene que ser un viaje largo, nos han ayudado mucho. Es claro que un viaje no va resolver los problemas de fondo, hay momentos en donde es necesario tener la honestidad y las ganas de trabajar más por la relación y buscar ayuda profesional. Una mirada de un tercero ayuda a conciliar mejor las diferencias.
No olvidemos cuál fue el origen de la familia. Es muy fácil dejar de lado la relación de pareja para asumir muchos otros roles, sin embargo invertir en la relación es algo necesario si queremos tener relaciones que nos sumen, nos enriquezcan y nos den placer.
20/01/19. Actualización: 10/11/21
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