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Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran CULPA

Publicado por admin en

Sufre usted de pensamientos continuos como: no debí decirle eso, no debí gritar de esa forma, no debí descontrolarme, debí compartir más con el/ella, debí ponerle atención, no debí esto, debí aquello y así una lista infinita de debís y no debís. Si su respuesta es «Sí», le cuento, querida mamá, que usted sufre de culpa crónica.

Durante los 2 primeros años de mi primera hija, casi todos los días me estaba evaluando para ver si estaba haciendo bien o no las cosas. Creo que, durante esos 730 días, siempre encontré algo que estuvo mal. Producto de esto, fue una sensación continua de insatisfacción en mi papel de mamá, lo cual me llevo a sentirme con culpa todo el tiempo y hacer de la culpa mi compañera de viaje, en algunos momentos, hasta amiga. La culpa me hablaba, me aconsejaba, me recriminaba, me juzgaba y opinaba.

Un día leyendo el libro “Madre Segura de sí Misma” de Joyce Meyer, encontré frases como: Ya es hora de que nos deshagamos de la carga de culpa que a menudo arrastramos y dejemos de pensar que nuestros errores van a arruinar la vida de nuestros hijos!”; “No hay nada que usted haya hecho mal y que sea demasiado grande para que Dios lo enderece. Él verdaderamente puede hacer que todas las cosas obren para bien, no sólo para usted sino también para sus hijos. 

Al reflexionar sobre esto, me di cuenta que la culpa se me había vuelto una carga enorme. Su compañía me estaba limitando en mi papel de mamá. Me afectaba mi día a día, la relación con mi hija y conmigo misma. Al ver esto tan claro, decidí terminar la amistad con la culpa, quien había llegado sin ninguna invitación. Así que, con determinación, le dije: 

Después de tomar esa decisión, las cosas cambiaron. No voy a decir que la culpa no apareció más. Es más, ella cada vez que puede aparece como una vieja chismosa para opinar y lanzar veneno con sus chismes mal intencionados. Sin embargo, tomé medidas para defenderme de sus ataques. Mi actitud frente a mis “fallas” son diferentes. No es que ahora no vea mis defectos, pero en vez de recriminarme, trabajo para mejorar o hacer lo necesario para tener por ejemplo, más paciencia (tiempo para mí sola, alejarme cuando siento que voy a perder la paciencia, meditación/oración). Claro! No siempre es fácil. Pero es mejor gastar nuestra energía haciendo cosas que nos suman y no en desgastarnos con la culpa que no nos deja avanzar.

Otro paso importante que di fue perdonarme a mí misma. Lo que pasó ya pasó. Así que es hora de perdonarnos y seguir adelante. No importa si tu hij@ tiene 2, 10 o 20 años. Nunca es tarde para despedir a la culpa. Llenas de culpa no podemos educar bien a nuestr@s hij@s. Perdemos la autoridad y siempre nos vamos a sentir mal por decir sí o por decir no.

No importa si eres mamá que trabaja todo el día y estás poco tiempo en casa, o por el contrario eres mamá full time y te sientes agotada. No importa si en algún momento perdiste la paciencia y dijiste o hiciste algo de lo que te arrepientes. Basta de reproches!!!! Yo no quiero más la compañía de la culpa! y tú?

16/Noviembre/2015

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