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La soledad y la maternidad

Publicado por admin en

“Soportar a los niños no es la parte más difícil y dura de la maternidad, es la soledad.” Sueños de Mamá, IBS Publishing.

Cuando leí esta frase por primera vez me pareció muy fuerte. Al leerle de nuevo y dividirla en dos partes, pienso: no tenemos que soportar a los niños. Ellos no son de «soportar», desafortunadamente por diferentes situaciones muchas veces los sentimos así. (Escribí un poco sobre esto aquí). Sin embargo, se lo dura que puede ser la soledad.

Con el nacimiento de mi primera hija, muchas novedades y cambios pasaron por mi vida. Para empezar, por haber tenido poco contacto con bebés, no tenía idea lo que era ser mamá. Cuando ella cumplió seis meses, nos fuimos a vivir a otro país con idioma, hábitos e costumbres diferentes.

Siento que la distancia de la familia y de los amigos hizo la maternidad más difícil. Finalmente, yo, que siempre trabajé y lo disfruté, no pude conciliar mi vida profesional con todos esos cambios. Así que acepté la vacante de mamá “full-time”, aunque sin experiencia! 😉

Durante ese tiempo, muchas situaciones me provocaron – y aún provocan – un sentimiento de soledad. En esos momentos, es difícil no sentir tristeza y ganas de llorar. A veces, esa tristeza puede durar días, meses o hasta años. En mi caso, he experimentado la que dura días y también la que dura meses.

En muchos casos, llorar para desahogarme ha servido para salir adelante. Pero en otros, aún llorando, la tristeza se prolonga. Creo que hay diferentes alternativas ante esta situación: aguantar, buscar compañía y ayuda de amigos o familiares (aunque estén lejos),  hacer nuevas amistades (si estas lejos de casa) o buscar refugio en Dios.

En mi caso, por algún tiempo, recién llegada al Brasil escogí aguantar. No me fue tan bien. En mis fuerzas, estaba aguantando ese sentimiento de soledad que se había vuelto mi compañía. Me sentía sola teniendo a mi esposo y personas a mi lado. No era la mejor versión de mí, ni de mamá y menos de esposa.

Afortunadamente, hay ángeles que nos rescatan cuando decidimos meternos en esos huecos de soledad y desespero, donde no vemos más allá de nuestras narices y nuestros “problemas”. Esos ángeles para mí fueron mamá y esposo. Ellos, con su amor, comprensión, compañía (y mi madre con sus oraciones), lograron ayudarme a salir del hueco.

Hoy después de lo vivido, creo que lo mejor es buscar la compañía de las personas queridas, ayuda profesional si es el caso y encontrar algo que alimente el espíritu. Con mi familia y amigos tengo contacto a través de las diferentes redes sociales y mensajería instantánea. Independiente de dónde esté, trato de hacer contacto con “potenciales amigas”, es decir, mamás con hijos y trato de hacer cosas que me ayuden como escribir.

Si lo anterior no funciona o no es posible recuerden que siempre podemos contar con Dios. Él está con nosotras en esos momentos de soledad. Él entiende y conoce nuestra necesidad, llena los vacíos del corazón, hace que los días no sean tan largos y nos llena de una paz que sobrepasa todo entendimiento. 

Si como mamá, no estoy bien, mis hijos tampoco lo están.  Como nos dicen cuando viajamos en avión: «En caso de una despresurización de la cabina, Los pasajeros que viajen con niños, deben colocarse la máscara a ellos mismos primero, y después colocársela a los niños». En este viaje de ser mamás «debemos primero buscar ponernos nosotras la mascara, para poder dar lo mejor a nuestros hijos». 

26/Octubre/2015

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